Es curioso que haya algunos que se echan a la calle a protestar el día nacional de España y callen o aplaudan la celebración, llena de parafernalia fascista, de tanto “día de la patria”, vasca, catalana, andaluza o de Villalar de los Comuneros. Ayer, de nuevo, los nacionalistas vascos celebraron su aberri eguna, tan artificial casi como el Olentzero que pretendía sustituir a los Reyes Magos en plena Transición.
Aunque se empeñe en lo contrario, pocos partidos han tenido una existencia tan errática, contradictoria y mentirosa como el PNV. Desde las mentiras de su fundador que empezó hablando de una Euzkadi que nunca existió, basada en tres batallas: Una inexistente, otra la de Carlomagno y los árabes en Roncesvalles y la tercera la que ganó ¡Isabel la Católica! a su hermano, entonces rey de Castilla. Pocos años después, Sabino Arana, racista y beato se convertía en furibundo españolista, detalle también obviado por los peneuvistas. De crisis en crisis hasta la guerra civil, donde no vaciló en traicionar a todo el que se pusiese a tiro.
El elemento fundamental que explica su fluctuante comportamiento en la Guerra Civil fue la clave autonómica. El PNV sólo se volcó política y militarmente en la contienda durante la fase autonómica, de octubre de 1936 a junio de 1937. Fue entonces cuando, con la aprobación del Estatuto en las Cortes republicanas y la formación del primer Gobierno vasco de coalición PNV-Frente Popular, nació Euskadi como una entidad jurídico-política por primera vez en la Historia.
Luego, sus conversaciones con el Vaticano y los nazis, les sirvieron para rendirse a las tropas italianas de Franco, traicionando a la República. Durante la Segunda Guerra Mundial, coquetearon con ambos bandos hasta que estuvo claro el vencedor y lo mismo han seguido haciendo todos estos años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario